El poder del sonido, del mal llamado ruido, de la música, una vez más no sé si penetra en mí o es que sale directamente de mi corazón al exterior. José Chino y sus amigos dan voz a mis sentimientos en su nuevo single, que aparece de repente de la nada formando un todo o al menos una gran parte de mí.
Descubren un estado propio de bienestar profundo, la felicidad de saber sentirse bien, de encontrar en una sonrisa la propia y todo ello no exento de un ruido ajeno y también propio, que a veces la borra. Ruido en forma de un estudio, que aún no aprendizaje, estresante; de unas personas que no valoran gestos de bondad y sentimiento, que no corresponden a un ser que bien lo merece; en forma de un trabajo que siempre está pero nunca llega. Un ruido que a veces amenaza con desplazar sonrisas y estrellas a la capital del Reino sin Rey, allá, tan lejos, donde no huele a arena y sal.
Y yo mientras,que tengo tan claro lo que quiero, que sé como acallar ese ruido, me dejo guiar, guío, disfruto, sueño, intento hacer soñar, admiro, enciendo luces, llamas en la oscuridad que ella me descubrió, río, dibujo preciosas sonrisas, me acerco y admiro más que nunca al mar. VIVO y quiero hacer VIVIR.
