Siete días huyendo de la rutina, del bienestar habitual, del sota caballo y rey, para pasar a lo novedad, al bienestar esporádico, al jack, queen and king. Siete días que surgieron de la nada o quizá de ese todo, que hace de la casualidad lógica en estado puro cuando la lluvia deshace cual castillo de arena, sueños forjados a la sombra de luz en el horizonte. Siete días de soledad. Siete días en los que mirar al exterior, para ver el interior donde encontrar solo algo del ayer, mucho, todo del presente y olvidar el futuro.
LONDON
Nunca otra ciudad, otro lugar, me ha ofrecido esa posibilidad de echarme a mi mismo tanto de más, de encontrarme casi en cada pisada, en cada lugar donde a pesar de estar rodeadísimo de seres, SER ante todo uno. Uno y tantos.
Corríendo en Regent´s Park junto a cientos, me sentí de nuevo único. No era ni mucho menos mi primera carrera, pero sí la primera después de mucho tiempo, demasiado. Sensaciones neceserias.
Paseo inigualable junto al Tamesis unido al gentío a menudo en Tower o London Bridge y tan tranquilo y solo en St Katherine Docks. Externo y tan tradicional en Borougth Market, como interiorista y moderno escasos pasos más allá en el Tate Modern.
Britanico a más no poder el Big ben, Westminster, Buckingham palace, The tower of London, Portobello o Craven Cottage y mundiales Oxford Street, el London eye y, por supuesto, Piccadilly Circus.
Nocturnidad y alevosía en Covent Garden, para ser el solitario más acompañado de la Gran Bretaña gracias a Argentina, México y Alemania; y sobre todo el Soho, corazón del ser Londinense cosmopolita.
London, donde perderse en sus calles resulta encontrarse.
STOCKHOLM
Y volando uno es capaz de llegar tan cerca y lejos a la vez, como del Soho al Sofo, donde tomar unas cervezas por ojo y medio en garitos realmente especiales y merecedores de una y dos visitas.
Pequeña gran ciudad que recorrer sobre dos ruedas, cruzando puentes y puentes que unen islas rodeadas por aguas gélidas. Islas cercanas en el espacio y a la vez tan lejanas en su ser como Norrmalm, centro moderno, financiero y real de la ciudad, Skeppsholmen, pequeña islita de cuento llena de museos y de barcos de madera, o Gamla Stan, corazón en este caso del ser de Estocolmo y casi me atrevería a decir que de Suecia entera. Colores pastel que pintan fachadas antiguas, historias de siempre, callejones estrechos convertidos en visitas obligadas, luz escasa producida por farolas de forja y por las velas que acompañan cada merienda-cena en los restaurantes de esta isla, de esta pequeñita ciudad dentro de la ciudad de Estocolmo.
Pero yo me quedo con Djurgarden, al este de la ciudad donde se esconde... donde se esconde... donde encontrarse a uno mismo escondido rodando o corriendo o simplemente sentándose admirando el "lago" helado, Djurgardsbrunnskanalen. Lugar en el mundo, lugar en mi mundo.
Síndrome de Estolondon: dicesé de la sensación de libertad y bienestar que siente un ser al estar semipreso en Londres o Estocolmo y su posterior deseo de volver a ese estado de semicautiverio.
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