A la brujilla, a la complice de aparatosa sonrisa eterna, a la osito panda, a "mi" hijo, al enorme pequeñín, al perfeccionista perfecto, al yo interminable, al especial independiente que se hace querer, al inseguro de oro, a la trapujilla preciosa, a la soñadora, al señor delegado, a los hoyuelos que generan eco en constante movimiento, a Rubentzio, a la perfección personíficada, al terremoto majetón del fondo Norte, a la princesa destronada de mirada enigmática, al atractivo perfil irregular, a los ojazos, a la naturalista a la enésima potencia, a la berexi más especial, a la satélite y al casquetillas finalmente sonriente; y también, como no, a la doncella, a Naroita y por supuesto, al Burrito.
Por haberme hecho aprender tanto, por sentirme y por tanto ser parte importante de un sentimiento y en consecuencia de un ser, por las sonrisas, por los apoyos, por los abrazos, por confiar ciegamente en mí, por hacerme crecer convirtiéndome así tantas veces en niño, por la ilusión generada, por enseñarme que no hay aprendizaje sin buenos momentos e ilusión, por ejercer de Olentzero sin fronteras, por creer en la fuerza que generan bolas de nieve rodando sobre sí mismas, por lanzar y sobre todo agarrar la mano cuando la corriente empuja, por subir tantas veces la mano para arriba y por llamarme.
A tod@s por todo, eskerrik asko!
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