2017/05/08

ARGENTINA

"VidaYa". Pocas pseudopalabras podrán definir tan bien un viaje a Argentina. El viaje a Argentina. Este viaje a Argentina. Paraiso natural. Gente muy educada y agradable. Palabra. Carne...

Pretendía ser una sorpresa y no por esperada dejó de serlo. Expectativas ya altas que se vieron superadas principalmente por el sentimiento, por las vivencias, también por su gente y sin duda por su naturaleza. 

Venir de estar más al norte que nunca allá por navidad, y en semana santa abrir el enorme regalo más al sur que siempre. Metáfora de mi nuevo mundo tan pequeño y tan grande a la vez, desde que aquella canción de Vetusta Morla con nombre de ciudad nórdica, me condujo a mí mismo y más allá.

Iguazú y su sonido. Verde y agua. Majestuoso, sublime, superior... pero es que estos adjetivos y más, los podría repetir casi a cada paso por la Patagonia o por los Andes. Hasta ese momento no había visto tanto poder natural en directo en la vida. La garganta del diablo resultó ser uno de esos aprendizajes que rompe esquemas, que necesita de asimilar, de vivir el momento de acomodar ideas y aprender lo pequeñito que uno resulta ser ante la inmensidad. Y pensar que tan solo una semana después volvió a ocurrir lo mismo en El Parque de los Glaciares... 

Buenos Aires y su tango admirado y no bailado, La Boca El Caminito y sus colores. No me cautivó la capital y aún así resultó ser tan necesaria, tan esencia de lugar... Suciedad y desorden, siglos de historia en un intento de renovación en proceso, barrios muy marcados por su peso, por sus pesos, gente, mucha gente, y sobre todo tráfico, mucho tráfico. Lugar ideal para sentir de nuevo, lo básico que uno resulta ser ante la novedad al vivir lo nunca vivido. "VidaYa".

Sensaciones y silencio en El Hornacal, Sí. Interesante el cerro de los 7 colores, Andina Purmamarca, única Humahuaca, prescindible Salta y todo lo que podamos decir del resto de lugares próximos a Bolivia se quedan en nada con lo sentido en el mirador del Hornocal. Rompiendo fronteras de nuevo, 4.350 mts. quizá no llegue jamás tan alto, pero es que a lo que seguramente me cueste llegar también, es a poder escuchar de ese modo el silencio, a poder disfrutar de un cuadro perfecto de 14 colores y muchos más ante mis ojos, con la temperatura inmejorable, un cielo perfecto y una compañía ideal. Estoy seguro de que volvería una y mil veces allí y ninguna volvería a ser igual. Maravilloso, viaje más allá del lugar a un mundo de sensaciones. 

Tierra del fuego, La Laguna Esmeralda, Redescubrir el poder de un faro, lugar donde encender las luces, donde terminar… o empezar. Donde comer una parrilla, empanadas, alfajores y sobre todo ese cordero no sé si fueguino o patagónico, pero ese.

La base de El Chaltén sin su Fitz Roy con la Laguna Torre gelida, El Calafate, y en especial el summum final de poder VIVIR más incluso que ver el Perito Moreno. Sin palabras. Todo lo que pueda decir es poco. Quizá debiera ser argentino para tener la facilidad de palabra necesaria y poder describirlo como merece.

Y aún así…  aún así, me quedo con la sorpresa que sin serlo, lo fue, con el cariño, detalle e ilusión con el que se proyectó, se soñó, este viaje y finalmente se VIVIÓ. 

¡Quéh bueno queh vinihteh! Quéh bueno quéh vinihteh… a mi vida, mi vida. 


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