2017/08/28
2017/08/10
WELCOME HOME PROJECT
Ya he soñado, ya he proyectado, ya he pasado horas y horas en la sala de espera de la felicidad y ya tengo de donde a donde rodar este verano: Burgos-Oiartzun será el trayecto. El más corto de los viajes de Orbi, el más cercano de los caminos realizados, el valor de las pequeñas grandes cosas.
Obviamente pretende ser un viaje en el espacio, pero por primera vez también un viaje en el tiempo. Quiere ser, como siempre, una excursión al interior de uno mismo, y a su vez como novedad, un llegar a aquellos que quiero y me quieren.
Espacio por la distancia, por el reto de superar una vez más la barrera de los 100kms en una etapa, por seguir la cola de esas flechas amarillas que este verano de nuevo me encontraron y atrayeron.
Viajar en el tiempo también, sí, porque empezar en Burgos no es casualidad. Me ha resultado fácil imaginar viajes pasados que generan el hoy, una línea con inicio en Medina de Rioseco y final en Oitz y viceversa, otra que nació en Jerez de la Frontera y llegó hasta Irun y al revés. Ambas se cruzarían en Burgos y es por eso que el sueño partirá esta vez desde allí.
El viaje a uno mismo no necesita de mucha explicación. horas y horas conmigo mismo, trascendiendo, sintiendo, superando retos, escogiendo ese placentero sufrimiento opcional.
Y sobre todo, llegar a ellos, a vosotros, a los que fueron, son y serán, por los que soy. He llegado a catedrales, grandes capitales, ríos, mares, faros, grandes monumentos y hasta a otros continentes. Pero esta vez no, esta vez quiero llegar a los que quiero, pues no creo que haya nadie mejor en quien creer, ni mayor capital que poseer, ni más grande sensación de eternidad de la que disfrutar, ni más agradable luz por la que dejarse guiar, ni mayor monumento que admirar. Sois mi único continente.
A los que queráis y podáis estar en algún kilómetro, os espero en la Catedral, en Cova, como no, en un lugar donde comprar muebles y zapatos baratos, junto a viñas y a Frank Gerhy, en la Navarra profunda de nuestros antepasados, descendiendo Leitzaran, en la Concha y sobre todo, disfrutando de un baño en la piscina de toda la vida antes de una Barbacoa en compañía de los mejores. Y a los que no podáis y queráis se os echará mucho, mucho, mucho de menos, que es más.
GALICIA
Praia das Catedrais, Torre de Hércules, Costa da Morte, Eterna Santiago, Rías Baixas, Islas Cíes... podría acabar aquí mi entrada. Todo dicho. Pero sigo: Pulpo a feira, pimientos de Padrón, empanadas varias, raxo, tarta de Santiago, buen pan, chorizo con un toque picante en una playa frente al Atlántico, queso de tetilla, Albariño, Ribeiro, filloas, zamburiñas, navajas, flan de queso, carne de Betanzos y hasta tortilla de patata y chistorra. Más que todo dicho... menú completo y nunca mejor dicho.
Pero hubo todo esto, sí, y más, mucho más. He aquí la esencia de dicho viaje: poder mirar al cielo, hacerlo y ver estrellas, dejar de hacerlo y seguir viéndolas en platos, copas y hasta en sonrisas y miradas de complicidad máxima.
Y es que tras grandes viajes, Galicia podía quedar un poco pequeña, tan cercana y hasta creía que conocida. Nada más lejos de la realidad. Los lugares conocidos volvieron a impresionar más si cabe y los desconocidos enamoraron, la comida típica tradicional tan buena o mejor que siempre. Hasta aquí todo según lo previsto, pero es entonces cuando aparece Marcelo y hace su casa nuestra, ayudado por Martín, por Javier, cocinando como siempre, con cuchara de palo, cocinando como nunca: Bonito de Burela, encurtidos y vinagreta de tomate seco, Huevo, queso San Simón y migas de pan, Frambuesas de nuestro huerto, kéfir y menta, Dim-sum de orella y gambas, patata puerro, yema de huevo casero y tocino ibérico, Ensalada de tomates bombón con ajoblanco y sorbete de rocoto o Steak tartar de solomillo del país... metáfora gastronómica hecha viaje, sentimiento, simbiosis en estado puro jamás antes sentida.
Va a ser que esto también es GALICIA y no lo sabía... va a ser que esto es la VIDA y no lo sabía.
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