Reticente a los consejos como he sido siempre, cabezota y creyendo confiar en mí más que en ninguna otra persona, a veces uno se da cuenta de que un bastón donde apoyarse para subir a la cima no viene mal y más si el camino es largo, duro y pedregoso.
A veces incluso parece mejor escuchar a alguien que te cuente sus historias, sus experiencias en la montaña antes de intentar hollar la cima, escuchar a ese alguien que te va indicando como pisar, donde hacerlo, pero que incluso a veces te hace ver, escuchar, sentir el estar allí aún teniendo los ojos cerrados, las orejas tapadas; aunque ese alguien sea un "loco" a la vista de todos, un ser peculiar fuera de lo común.
Supongo que creer en ese ser me convierte a mí también en alguien fuera de lo común, un ser peculiar, alguien raro una vez más, pero no puedo dormir hoy sin recordar una de las varias lecciones que aprendí visionando la cima: "Vive el hoy, olvida el mañana".
Eskerrik asko!
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