2017/10/28

RIGA - NORUEGA


Un salto de Frankfurt a Oslo de nuevo, poniendo un pie, eso sí, en Letonia, en Riga. Un pie, pie y medio, dos... un cuerpo entero en unas horas en las que desaparecer en el ayer.

El Daugaba parte la ciudad en dos, o eso dicen, pues yo lo crucé y de allí no salí hasta que tocó retornar. Un lugar perdido donde pernoctar, en el centro antiguo y pernicioso en cuanto se esconde el sol. Pasos sobre adoquines, aún no mojados, para situarse y acabar preso en Folkklubs Ala Pagrabs, algo así como una mazmorra subterránea donde quedar preso puede ser una buena idea rodeado de una gran cantidad de grifos de cerveza local y del más allá.


Buenos días con xiri-miri de desayuno, almuerzo y casi casi comida, para disfrutar de nuevo de adoquines e incluso de un poquito de cemento para ver el monumento a la libertad o la bonita Catedral Ortodoxa de la Natividad, e incluso hierba en Esplanade.

Pero sin duda alguna me quedo con el ayer de su centro histórico unido a ciertos grafitis del hoy e incluso el mañana. Zviedru Varti, "imperdible" y más bien tempranito cuando nadie pasa por allí excepto uno mismo y el sonido de la música dentro del túnel. 

Creo que volveré y el Báltico se hará un poquito más grande quizá Vilnius, quizá en Tallin, incluso en Helsinki o por supuesto en St Petersburgo. Pero en ese momento no, entonces el salto era de nuevo a Oslo para comenzar por primera vez un retiro primero hacia el oeste y después, por fin, más allá.


Gausstatoppen, no tuvo tope, cima, en sí, la niebla lo impedía, pero se presumían vistas increíbles desde lo más alto, aunque como tantas otras veces la vida, la VIDA, a uno le sorprende, y las vistas resultaron tan increíbles o más desde no tan arriba, desde una roca desviada del camino en la que ver, disfrutar, sentir y gozar. Sonrisas en lo simple que tantas veces es lo más complejo.

Amaneceres mirando al lago, viejas catedrales medievales hechas de madera, travesías en montañas que jamás aparecerán, o no al menos esta vez (apuntado quedas, Trolltunga) pero que hacen valorar aún más, cerca de Rjukan, el valor del sol escondido, del rayo que da calor, energía, luz, VIDA siendo esta propia, ajena y sobretodo compartida. El valor del Xoletin.


Camino de Stavenger, las ovejas, los lagos por todos lados y esa sensación de calidez en medio del frío que se vislumbraba en un invierno aún lejano, hicieron de la ruta una delicia, una Noruega que sin sorprender ofrecía el sabor de lo más real del lugar. 

Por fin los fiordos. O los fiordos de verdad, los que aparecen en las revistas, la tele e internet. Impresionantes no cabe duda, preciosos y aún así con una sensación de que tan esperados, tan imaginados o vistos de modo semipixelado, y por ello dejaron de ser lo nunca visto en sentido figurado y literal. El Preikestolen me enseñó que mi abuela dejó algo más que recuerdos y aprendizajes varios en mi ser. Lugar impresionante, tanto el balcón como el camino y vistas para llegar a él; solo un fallo: todos los turistas que no eramos nosotros. 

Lyseforjd atractivo desde arriba y tanto o más desde abajo. Aprendizaje en forma de conclusión: Noruega es un referente quizá por su naturaleza preservada y por la no falta de carreteras. Es así porque lo era y se quiere que lo siga siendo. El tiempo se mide por tanto y tantas veces, en la velocidad del Ferry. Farvel Kerajbolten.

De Stavenger a Kristiansand y de camino pequeños pueblos con bibliotecas privadas hechas públicas justo al lado de bicis de ayer que en ningún caso van acompañadas de candado alguno. Lugares en los que sentirte pequeño... Ferrys que te devuelven a una extraña realidad, donde hacer la compra a 300kms de casa.

Y de nuevo creo que volveré, pues lo sueños no dejaron de surgir entonces, en el viaje, y siempre que uno se siente en el hogar estructural y aún más en el sentimental. De Trolltunga ya he hablado, Nordkapp tiene su valor, en algún lugar nos tendrá que ver la aurora, hablan de las Lofoten y mira que yo creo que allí, aquí, en Noruega hay que vivir sin esperar, encontrar sin buscar, por eso aún me quedo con Lille Erte, pero me no me olvido de ti Rallarvegen.

På gjensyn!

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