2012/08/29

SAN ROCADA MACOTERANA


 
A veces... varias veces... muchas veces, no es necesario un gran escenario, una gran ciudad, un marco incomparable para sentir la grandeza de este mundo, de la vida al fin y al cabo. Las emociones no entienden de geografia y en el lugar más inesperado es posible sentir a más no poder. Macotera bien puede ser uno de esos lugares, un lugar "perdido" en el mundo y hallado gracias a su carrera popular, una prueba atlética que va más alla del correr.
 
Cuando buscaba el pueblo y a lo lejos vi el cartel que lo indicaba, rodeado de un importante aroma a ganado vacuno, no tarde en preguntarme qué narices hacia yo allí, estaba convencido de ser el único "extranjero" loco, rodeado de "zagales del pueblo" dispuesto a darlo todo. Nada más lejos de la realidad. La Sanrocada terminó siendo una de las mejores experiencias deportivas desde que me dio por calzar zapatillas de esas que hacen "volar".
 
El comienzo de la prueba con un speaker azuzando a las masas, con frases impregnadas de una mezcla entre el más típico curso de "Coaching" y "Deportesofia", supongo que pudo parecer cursí y pedante para algunos, intuyo también que pasó desapercibido para muchos, pero sin duda resultó emocinante para aquellos que ibamos con la intención de correr sin la única intención de avanzar sino de encontrarnos más cerca de la felicidad, y más cuando las palabras se acompañaron primero del baile regional típico de día grande en fiestas y, ante todo y sobre todo, cuando sonaron los acordes de la banda sonora de carros de fuego.  
 
Emocinante comienzo que diría que quedo aún así, un puntito por detrás de una memorable primera vuelta. Desconozco si fue la sorpresa propia, la motivación inicial de la gente o ambas cosas a la vez, las que hicieron de los primeros tres kilómetros un inolvidable momento, lleno de sensaciones y emociones. Todo la gente del pueblo echada a la calle a "la fresca", animando a todos, creando ambiente, empujando a los corredores... ¡sin duda grandes los Macoteran@s!
 
Por si fuera poco al paso por uno de esos garajes en los que se agrupaban las cuadrillas unidos a sus mejores galas "decibélicas" sonaba "La Fuga" con su "... Triste, como un perro en la autopista, como una tortuga con prisas..." ¿Casualidad? ¿Llamada de atención quizá? Desconozco si había canción más inoportuna para ese momento, al igual que desconozco si la había más oportuna...
 
Las sensaciones eran buena en el primer paso por meta, así que me propuse regular en el segundo tercio de carrera, bajar un poco el ritmo y disfrutar de la prueba aún más si cabe, mientras escuchaba como alguien gritaba a mi paso "Aupa Behobia!" en alusión a la camiseta que portaba.
 
Y la última de las vueltas, ya bajo el manto de la noche aunque ni mucho menos en penumbra, posiblemete por ser la noche en las que las lagrimas de San Lorenzo más intensamente brillarían, en las que las Perseidas más aparecerían forjando sueños, fui de menos a más acabando la prueba no sé si fuerte o muy motivado al ver la meta o quizá mejor, de que esta me viese la meta a mí. Sorprendente 46:16 al acabar la prueba, a media de 5:11 el kilómetro. Contento sin duda. 

Y dicho esto solo queda decir que espero y deseo volver a correr alguna vez la San Rocada, y es que aunque solo sea por sus premios merece la pena ir: revistas, bebidas isotónicas, garbanzos, un melón... sí, sí, un melón... !un melón entero! una clara, que no una caña con limón, sonrisa y emoción. 

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