¿Quién no ha soñado con el paraiso alguna vez? Quizá tantos como aquellos que lo han visto lejano, utópico una vez más; eso sí, bastantes más que los que han terminado por huir de su ilusión creyendo sentir que ese mundo estaba fuera de su alcance.
Hoy hablo de ti, y sin duda, tú también has tenido ahí, ante tus ojos, esa visión, el paraiso a escasos centímetros de tus dedos al alargar tu mano y sin duda tú también lo has sentido tan lejano incluso en la cercanía efímera y por supuesto en la lejanía real que marca el horizonte. Lo hemos rozado a veces estando juntos, hemos sabido del valor, ya no de un segundo, ni siquiera de una centésima, sino de una milésima... a tan sólo una milésima de un pequeño y por tanto gran paraiso, y a la vez y estando juntos también, nos hemos sentido tan ansiosos por llegar a ese otro mundo ideal que hemos terminado por perder el rumbo, alejarnos del horizonte hasta perderlo y sentirnos en las antípodas de la gloria.
No puedes negarme que más de una y más de dos veces has pensado que el mundo ha sido injusto contigo y no seré yo quien te lleve la contraria, pero hoy cabe hacerse esta pregunta: ¿No tendría que ser el mundo muy grande y extremandamente generoso para darte todo lo que te mereces? La respuesta en afirmativo es más que una opinión una realidad.
De todos modos, hoy si escribo no es para, decirte lo que pudiste ser, ni siquiera lo que quizá seas o mereces ser, sino para que sepas lo que eres, esa parte de lo que soy. Porque yo también soñé con el paraiso de pequeño y porque tú me diste no uno, sino varios de esos pequeños grandes "paraisitos", porque me has dado mucho que sabes y mucho que ni siquiera eres capaz de imaginar, porque por ti me he sentido y por tanto he sido doce veces campeón de España, veintinueve veces subcampeón, diez veces tercero, dos veces subcampeón de Euskal Herria, otra vez subcampeón de Gipuzkoa... y además, porque me has hecho feliz, me has permitido crecer, sentir, vivir, alcanzar sueños que ni siquiera llegué a soñar. Porque mientras yo era tu entrenador de natación, tú has sido quizá sin saberlo mi entrenadora en la escuela de vivir; porque mientras yo creía que eras mi pupila tú estabas siendo una de las niñas de mis ojos con las que poder ver el paraiso bajo mis pies.
No hay comentarios:
Publicar un comentario