Es bonito levantarse un día y ver que el Olentzero, los Reyes, Papa Noel, el Ratoncito Pérez... que más da, nos han dejado un regalo bajo el árbol, dentro del zapato, bajo la almohada... Ese acto de repartir alegría y felicidad es un gesto lleno de sentimiento que puede hacer que un día sea especial.
Siempre recuerdo la noche de reyes como ese momento mágico del año en el que dormir con nervios y unas ganas tremendas de despertar gracias a uno de esos alaridos típicos de mi hermana el día 6 de enero bien tempranito. Ilusión desbordada igual de intensa a los 25 que a los 5. Siempre creeré en ellos. En Melchor, Gaspar y Baltasar y sobre todo en Olentzero, esa imagen en forma de "tío" Homeriano, borrachuzo, comilón, suciote y bonachón siempre estará ahí, aquí, dentro. Y por eso cada nochebuena, cada 6 de enero, estará ahí, aquí, fuera.Son geniales las nochebuenas, es precioso el día de reyes pero hoy me apaetece sentir que todos y cada uno de nuestros días lo pueden ser, incluso esos más tristoncillos que nos hacen valorar más intensamente los alegres; cualquier día gracias a un bonito gesto al despertar, al amanecer, puede resultar especial sin tener que esperar a que un viejo y sucio carbonero de ojos rojos se presente en casa de madrugada. Abrir los ojos y ver un amanecer, el gesto consciente de esa persona, el inconsciente gesto de la misma, esa importantísima primera palabra del día, la mirada complice, ese escrito inesperado, ese otro deseado, la carita soñada, esa sonrisa perfecta, ese "muxu" sentido...
Cada amanecer podemos encontrar un regalo, vale la pena apreciarlo, es importante sentirlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario