Cuando uno da el salto y cruza al otro lado del mar, muchas veces no sabe aunque intuya que puede haber al otro lado. En este caso el salto resultó ser más literal de lo realmente esperado, pues brincar de Venecia a Istria, tiene un vaivén importante en mitad del Adriático y unos lazos culturales e históricos también importantes.

Pula fue por tanto la puerta de entrada a tierras croatas. Lugar entre un pasado romano más que evidente y atractivo, y un presente industrial y portuario también tan evidente como poco atractivo de día y atrayente de noche gracias a las luces de sus grúas en el muelle. Ese contraste pudo ser el mismo del que disfrutar nada más pisar la ciudad. Recibimiento por todo lo alto en el majestuoso e histórico teatro romano a cargo de los banales y modernos cantantes de Ska. Choque de culturas. Mestizaje de épocas. Mestizaje racial a su vez entre China y la propia Croacia en el hostel, Contraste de nuevo entre la simpleza del lugar y la complejidad tremendamente sencilla de sus seres. Hvala, Xiexie.

Alejándonos ya de Istria y de la mar, adentrarse en el corazón de Croacia, resultó ser de lo más reconfortante de todo el viaje. Todo el mundo habla maravillas de la costa croata, de sus playas y sobre todo de sus aguas cristalinas color turquesas; pues bien, no seré yo quien quite razones, pero doy mi voto a las mejores aguas, al más atractivo lugar de los visitados, a
Plitvice y sus lagos. Hermosos. Mágicos. Únicos. Remanso de paz. Unión y tranquilidad junto a las brasas. Humildad y grandeza las de sus gentes.
Hvala Anna!

Y de la paz al bullicio, de nuevo al Adriático para encontrarnos con
Split, la más ciudad de las ciudades visitadas. Punto de encuentro de la hinchada de toda la costa en el estadio del Hajduk, lugar donde salir de noche y bien de noche, sitio donde invadir las aceras para aparcar "bien" el coche y sorprendentemente, ciudad en la que descubrir el poder de antaño en su cultura y casco antiguo. Split, aparentemente prescindible resulto no serlo tanto y en especial el apartamento
Cordis y la familia que lo gestiona. Gracias a
Joxipa, la
Mamma y sobre todo a Shandra- Estar allí resultó lo más parecido a estar en casa, con la mirada de la ama constante en el cogote, con un "come, hijo come", un "no hagas ruido" o "portate bien" a cada instante. Aunque parezca lo contrario, recomendable.
Y si Pula fue la puerta de entrada, Dubrovnik resultó ser la de salida. Lugar precioso, histórico, monumental, recomendable pero quizá no en pleno verano. Los "guiris" eramos demasiados en esas fechas y quizá robábamos el encanto a un pueblo que en estado natural, puede ser aún más bello de lo que ya es. Invasión turística por tierra, mar y aire que hacen en este punto un lugar de viaje al exterior de la persona. Invasión contra conocimiento y sentimiento.
En definitiva, una tierra preciosa, abrupta, histórica y natural que esperemos no deje de serlo. Personas amables, preciosas, acogedoras, buenas que esperemos no dejen de serlo. Croacia Adriático, montaña, lagos, agua turquesa y riquísima, sonrisas y bienestar.
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